Otra vez la nave
de los locos
PREMIO
IBEROAMERICANO
CUCALAMBÉ 2002
Publicado por
Sanlope
María de las Nieves Morales Cardoso nació en Ciudad de
JURADO
Roberto Fernández Retamar
Nancy Morejón
Edel Morales
EQUIPO DE REALIZACIÓN
Edición: Alberto Garrido Rodríguez
Diseño: Didier Nadal Gómez
Ilustración de cubierta: Yoel Almaguer
Composición: Samuel Perdomo Fuentes
Impresión: Andrés Sao Téllez
PRÓLOGO
PÓRTICO
Por Roberto Fernández Retamar
Premio Nacional de Literatura 1989
Habiendo presidido (quizá por razón de edad) el jurado encargado de juzgar las obras presentadas para optar por el Premio Iberoamericano Cucalambé correspondiente a 2002, supe con sorpresa que debía prologar el libro ganador. Al ir a cumplir la encomienda, empiezo diciendo que, después de leer con detenimiento el conjunto de las obras presentadas, seleccionamos cuatro como finalistas, conscientes de que cualquiera de ellas merecía el galardón. Al cabo, fue escogida Otra vez la nave de los locos, sin duda un buen libro. Pero no poco de lo que escribiré a continuación lo considero válido también para los otros tres libros. Ellos tienen en común, entre otras cosas, su forma original de flexibilizar la décima, por así decir. No es raro que una estrofa tan cerrada y exigente como la décima (de la que en una ocasión me atreví a afirmar que en Cuba ha sido con frecuencia el soneto del pobre, en especial del guajiro), al igual que ocurre con el soneto mismo, se vuelva una cárcel o adolezca de monotonía si quien la produce no es capaz de trabajarla con la imaginación y audacia que requiere todo verdadero poema. Y tales virtudes se pusieron de manifiesto en los cuatro libros de marras. Lo ejemplifica con felicidad Otra vez la nave de los locos. Aprovecho para explicitar la duda que me asalta cuando veo que, en determinadas circunstancias (por ejemplo, en concursos), se separan “la poesía”, por una parte, y “la décima” por otra.
Pues la décima ¿no es una de las formas que asume la poesía? Entiendo que se hagan concursos sólo de décimas, como es el caso del Premio Cucalambé, o sólo de sonetos (como aquel al que Rubén Martínez Villena, notable sonetista, envió “La medalla del soneto clásico”, y ganó el concurso… y nunca recibió el dinero ofrecido). Pero siempre que se parta de que lo que se premiará en esas ocasiones son obras poéticas escritas en determinada estrofa. No hay duda de que con este libro que el lector y la lectora tienen en las manos se ha cumplido ese propósito. ¿No es de desear que ante un viejo romance de los buenos, una lira de San Juan de
Otra vez la nave de los locos es un libro de auténtica poesía, libre y real, lograda en décimas enriquecedoras. Presumo que el gran Samuel Feijoo hubiera incluido algunos de sus poemas en su antología La décima culta en Cuba (Universidad Central de Las Villas, 1963), un libro que merece ser reeditado en forma actualizada. Especialmente ahora, cuando la décima (que él defendió y practicó en su vertiente “popular” y en su vertiente “culta”, adjetivos que por supuesto no le complacían en absoluto) vuelve a conocer en Cuba un momento primaveral. En el libro que prologo hay testimonios de vivencias intensas, de tristezas y alegrías, de amor carnal y de perplejidades. Y todo ello hecho poesía en décimas originales.
Agradézcase a quienes en Las Tunas organizan el Concurso Iberoamericano Cucalambé su noble contribución a que perdure y se renueve esa que con acierto José Fornaris llamó la estrofa del pueblo cubano: la que apareció ya en Espejo de paciencia, en el siglo XIX nos dio un Cucalambé (el conocimiento de cuya obra encantó a Luis Cernuda), y en 2002 sigue echando flores y brillos, como lo muestra Otra vez la nave de los locos: un título, por cierto, que creo que no hubiera desdeñado para una obra suya el gran poeta, también decimista como buen cubano, que fue Raúl Hernández Novás.
Roberto Fernández Retamar
PRÓLOGO
Saludos.
Que pasen todos
sin excepción:
alquimistas,
sonámbulos, exorcistas,
muertos, críticos, beodos,
herejes.
Que pasen todos:
el loco, el cuerdo, la plaga,
el arlequín y la daga.
Pero que pasen desnudos.
Ya sube el telón.
Saludos.
Que pasen todos.
...un día
que Dios estuvo enfermo
grave.
César Vallejo
SOLILOQUIO PARA MI NACIMIENTO
Octubre Ya son las doce
de la penumbra
En mi yerto
escondite hay un concierto
sanguíneo
Madre descose
las aguas (finjo una pose
platónica) Madre abusa
de mis paredes aguza
el espasmo me descubre
Ya son las doce y octubre
se niega a mi escaramuza
Medra el útero no cedo
ingenuidad a su oficio
Madre escupe un maleficio
de sangre y pus
Yo remedo
mi propia piel tras un miedo
vertical
Afuera aguarda
el llanto alguna bastarda
procesión
Madre resiste
sus picotazos desviste
la espera Madre no tarda
Penúltima contracción
Yo me aferro a la placenta
(tibio redil) No me tienta
la claridad
Contracción
final bajo una incisión
de bisturí que deshila
todo el asombro
Cavila
mi oráculo entre dos cruces
Testigos cámaras luces
Un brazo verde mutila
el cordón
Me aturde un coro
mudo de flashes Después
cuelgan el miedo a mis pies
Vértigo Nalgada Lloro
Madre no aplaude yo ignoro
mi número en el rebaño
Alguien me envuelve en un paño
idéntico a Dios (neutral)
Opening roto
Final
y principio del engaño
ABRO
Es el día
un apacible verdugo
Madre tarda yo conjugo
sus pedazos Padre lía
un corazón la ironía
de adivinar mis espejos
(tras el azogue hay dos viejos
abismos erial sin fondo)
CIERRO
Me escondo
de nada
de tanto
lejos
ANCIANO CON ESCOBA
A Ñico, el barrendero de mi infancia
(Lawton. Años 70. 6 am)
El barrio duerme aún. Ñico no teme
los pórticos desnudos, la arrogancia
fúnebre del asfalto.
En la distancia
decapita la luna su ceguera.
Lento martes. Crepúsculo. Mi acera
emerge de la noche como un rezo.
La calle San Francisco es un bostezo.
Ñico muerde a desgana una quimera
de pan y se acomoda la camisa
sobre el pecho zurcido. Silba a ratos
una música gris con sus zapatos
robados al invierno.
Se desliza
en callada acuarela una plomiza
gota de amanecer por su joroba.
El barrio duerme aún. Ñico le roba
un gozne silencioso a la argamasa
de sueño con madera y acompasa
el sol y mi niñez bajo su escoba.
PARA UN MÍNIMO RETRATO
CON LENTEJAS
(claroscuro
de anciano gris frente a un duro
mostrador. Duele en el plato
la intemperie y su barato
cordal. Una prisa rara
acomoda la cuchara
al desamparo en un gesto
raquítico.)
Sobra el resto.
La ciudad vuelve la cara.
ATAVISMOS
...y serpientes silbando la delicadeza...
y arlequines cantando...
Leonel Pérez
Naufraga la luz. Anido
mi jueves sobre la lluvia.
La tarde gime diluvia
acentos contra el olvido.
Bajo mi piel un silbido
se desdibuja
(es el fin
de la memoria mohín
que otra silueta desmiente.)
Lejos canta una serpiente
su ropaje de arlequín.
Entorna el día su labio
de animal triste. Yo acudo
a sus rituales sacudo
mi niñez de algún agravio
fantasma. Cuánto resabio
trae el viento qué remota
burbuja me sigue y nota
en la llovizna un cobarde
latido.
Se va la tarde
húmeda
callada
rota.
ABUELA Y EL OLVIDO
Yo no te vi llorar frente al ropero
Sólo tuve tus ojos de papel
rodando en la memoria y un pincel
convicto de inventar el aguacero
Yo no supe tus brazos ni un bolero
dormido entre balance y capitel
ni una lacia oración al mal agüero
No tuve reyes magos en enero
ni cada arruga mansa en el dintel
bordando la pobreza del cantero
Yo no te vi del bálsamo al tejido
barrer de la penumbra miedo y miasma
con tu olor a crochet y cataplasma
o apagar los espejos si ha llovido
Yo no tuve lisonja en el oído
ni un rosario de aciertos contra el asma
ni agujas que ensartar como al descuido
Pero un murmullo tiembla en el roído
azogue del umbral si tu fantasma
se sienta a conversar con el olvido
TIEMBLA
(con la herida de un espejismo converso)
Mi madre pasa
(es un verso desgarrado por la vida)
Mi madre
va detenida en su sombra
Quién advierte tanta lluvia
tanta suerte devorando su silueta
—Di, madre: ¿por qué esa grieta
en los ojos de la muerte?
POEMA PARA NO SER LEÍDO A MI PADRE
Mi padre se ha calzado la tristeza
como un zapato estrecho. Me pregunta
sobre qué abismo duerme la difunta
mitad que le acompaña en su cabeza.
Salobre de esperar, nadie lo besa.
Nadie deshoja un verso a la gastada
terquedad de sus manos. Qué apagada
su ambigua desnudez ya sin destino.
Mi padre abre sus huesos al camino
y Dios muriendo así, como si nada.
VARIACIONES SOBRE UNA FOTO DE FAMILIA
Y uno miente otro contorno fantasmal
para el encuadre de algún retrato
Mi padre sosteniendo en el retorno sus huesos
Madre y el horno
que no tiznó su ademán de ave triste
Dios el pan prometido
mi entrecejo intacto tras el espejo
Y uno miente el talismán los testigos
la llovizna silbada por otra sed
Dios no estuvo en la pared el pan es sólo
una brizna sin estación
Madre tizna mi frente
simula un coto de polvo azul
Padre roto dibujado en su osamenta
Y uno vuelve
y se da cuenta
que nunca existió la foto
RÉQUIEM POR YAZMINA
Una mujer trashuma sus antojos
al filo de otra llaga casi tierna
y su reloj sonríe sin la eterna
mansedumbre del miedo en los cerrojos.
Una mujer escribe con cien ojos
antiguos como barro.
¿Tras qué aguja
se quita el corazón?
Alguien estruja
palomas en su vientre gota a gota.
Oh, Dios, ¿qué hacer con tanta nube rota
si la muerte no es más que una burbuja?
RESUMEN PARA UN INVENTARIO DE SILUETAS
Pero en las vírgenes tierras de Cipango
todo es posible. Todo
Alexis Díaz Pimienta
I
Estoy contando siluetas
en la ciudad donde todo
es posible Fusta y lodo
argot importado tretas
de falso adoquín veletas
y antifaces Contradigo
mi sombra el mar un mendigo
piedra orishas cañonazo
la ciudad se aferra al brazo
violento de su enemigo
II
Lunes náufrago sin cura
Pasa Dios a la deriva
por Obispo y más arriba
hurga un loco en la basura
El bulevar inaugura
sus jirones Un anciano
sin rostro extiende la mano
de la ciudad su amuleto
Oh Dios violado panfleto
Oh Marx silencio pagano
III
Quinta Avenida lúbrica emboscada
de perfume barato y lentejuela
Un auto abre la noche a tanta suela
voluptuosa de herrumbre disfrazada
La luna desde un charco centinela
le reprocha a la calle su vigilia
Lejos polvo de hogar una familia
bajo el candil ayuna sus retazos
Lejos la mesa virgen Sin abrazos
el lunes pez agónico se exilia
IV
Insomnio gris Malecón
Madrugada sin escora
cortando la sed traidora
del remo Tras un muñón
de balsa la salvación
o el delirio Mar descalzo
Insomnio gris sobre el falso
testimonio de la brújula
Bajo los pies una esdrújula
ansiedad de otro cadalso
V
Ya no hay ciudad Sólo un mapa
sin Das Kapital ni Cristo
Cierro los ojos y embisto
la luz Su oscura solapa
juega al silencio destapa
otro erial para profetas
No falsifico piruetas
de suicida ni enarbolo
vedadas cruces Yo sólo
estoy contando siluetas
Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua,
cabes entre mis manos como el pan necesario,
cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.
Roque Dalton
PARA UNA CANCIÓN DE MARZO
Un hombre se desnuda en los espejos
de marzo como brújula tardía.
En su espalda dibujo la manía
de ser voz y silencio. Qué aparejos
arrastran mi estación entre los viejos
acordes de su piel. Palpo la ruda
humedad de su axila. Quién me ayuda
a tejer un recodo que lo asombre.
Bajo mi seno se ha dormido un hombre
y en sus espejos marzo se desnuda.
MONOTONÍA
Alguien duerme
oculto tras el espejo
Tiembla un reloj su reflejo
sacude un letargo inerme
sin pupilas
Alguien duerme
pálido y triste No sueña
con demonios ni despeña
un ángel de su costado
Sólo duerme Yo a su lado
tan desnuda tan pequeña
AGONÍA DEL CISNE NEGRO
Sigfrido cuánto silencio
sin partenaire
¿Soy Odille
o pluma tras un atril
descalzo?
Ya no me agencio
otros violines Sentencio
la oscuridad cruda apuesta
Sobre las aguas se acuesta
mi último canto Disfraz
de un inútil port de brass
(Silencio Muere la orquesta)
HOMBRE DESNUDO CON GUITARRA
(Décimas para un concierto
fálico)
Tu sexo escapa
por mis pezones atrapa
en la guitarra un experto
fluido Tiembla el abierto
palisandro Danzan tus
vellos un ávido pus
entre las cuerdas
El glande
coagula notas expande
la agonía a contraluz
Humedad qué arpegio talla
ingle y vahído
Tu sexo
silba un tono más convexo
entre mis piernas
Ensaya
un pizzicato que estalla
bajo el clítoris
conjuga
en flujo mayor enjuga
otro acorde Terminal
Sinfonía vaginal
Concierto de semen Fuga
SOLO DE TAMBOR BAJO CUATRO FALDAS
A Günter Grass
OBERTURA
(Donde Oscar aprende el mito
de abrir las aguas)
Un grito
de tambor y Oscar se apura
a descender por la oscura
vagina en un ancestral
espasmo
Pide al metal
la absolución
No hay regreso
Madre desgaja de un beso
el cordón umbilical
(Piano)
PRIMER MOVIMIENTO
Tiembla la cuádruple falda
gris sobre el tambor que escalda
sus miserias
Sopla el viento
Oscar esconde un lamento
de hojalata en la humedad
del rancio pubis Su edad
cuenta las faldas de abuela
Sopla el tambor Una vela
desteje la oscuridad
(Fusa allegro de sonata
Oscar el ojo la puerta
Jan desnudo Madre abierta
a la mano que dilata
su clítoris
La hojalata
gime forte en un sopor
fálico desde el tambor
infantil (Coda) Marasmo
Oscar dirige un orgasmo
a tres voces (re mayor)
SEGUNDO MOVIMIENTO
La armonía
de un olor a vainilla se derrama
por el ombligo ebrio de María
Redobla la hojalata en sinfonía
de sexo ensalivado Oscar inflama
de bemoles su glande desdibuja
la puerta cuatro faldas la burbuja
Sobrevuelo
(IN CRESCENDO)
in crescendo
de tambor sobre el vientre que se estruja
en un toque a rebato
(Ritornello)
ADAGIO
(re menor)
por Dorotea
y su vulva paciente que lubrica
la furia del tambor Oscar suplica
a su falo un compás suda Jadea
la hojalata
(silencio de corchea)
El glande desafina resbalando
por el vientre marchito
(Rittardando)
Dorotea no está Fin de la marcha
Sólo un dolor viscoso Sólo escarcha
y la silueta de un tambor llorando
ENCORE
en re sostenido
a capella
Oscar simula
dos compases y eyacula
su memoria en un vahído
metálico No hay gemido
ni tiempo tras el telón
de hojalata
Imitación
del tambor la mano frota
el glande donde se agota
todo el silencio
(OVACIÓN)
ELOGIO DE
(Aquí se dibuja un pacto
lúbrico por cada dedo)
La oreja se ofrece al ruedo
de la palma como intacto
laberinto
Su inexacto
vórtice gime simula
un musgo dulzón que adula
el morbo del anular
Desde su ungüento el pulgar
se anticipa y eyacula
sobre el lóbulo
Crepita
el índice en un asedio
ensalivado y al medio
otra yema precipita
espasmos
Húmeda cita
del oído (vulva urgente)
con el meñique inocente
Ah mordaces emisarios
Vértigo*
*Sin comentarios
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PLEGARIA POR TU LENGUA
Desciende
lengua
desciende
Cúbreme de todo mal
Suda un óleo visceral
en mis pezones
Desciende
bebe el ombligo sorprende
en mi espalda otra perversa
humedad
Cruje
Dispersa
Oh Dios ninguna homilía
puede impedir tanta orgía
entre mis nalgas
Conversa
con la ingle y amordaza
el pubis que nada sobre
Hay un aljibe salobre
bajo mis vellos
Retrasa
el espasmo despedaza
mi vagina en espiral
Sé látigo vertical
en mi clítoris
Diatriba
de convulsión y saliva
Líbrame de todo mal
(Nave a la suerte)
El mar: un sucio aguafuerte sobre manchas de petróleo.
No confundir con el óleo del Bosco -triste sarcasmo-
Dependa el último espasmo del cristal con que se mire.
Vuelva la página y gire a estribor.
(Nave al marasmo)
—¡SUBAN, SEÑORES!
(conjura
un gris altavoz en clave
demencial)
— ¡SUBAN! ¡
DE
EL NAUFRAGIO!
(la cordura
golpea tras la escotilla
su rostro agónico Brilla
en cubierta un trueno sordo)
— ¡SUBAN, SEÑORES, A BORDO!
(Dios duerme bajo la quilla)
ANAMNESIS
—¿Con qué barro se amasa la demencia?—
vacila el aprendiz sobre el abismo.
—Tomad vértigo, asombro, cataclismo,
tres clavos, el pudor, una sentencia
sin muerte a contraluz. De la inocencia
bastará con dos gotas y una oscura
esperanza de vuelo. No habrá cura
si cocéis con la llama la demora.
—Cocido está, Señor. Decid ahora:
¿con qué barro se asfixia la cordura?
FÁBULA DEL LOCO Y
...vuelve a soñar
que hoy una estrella se desnudó...
José Nicolás
Huye la sombra. Algún loco derrama su claridad de fantoche. La ciudad vacila, desmiente un poco sus harapos. Algún loco presta a la luna su voz, se desviste, guarda a Dios en el bolsillo, se apura. El loco sin vestidura. La ciudad fría, feroz.
Se abre el ruedo. El loco enciende sus alas y en cada huella vuelve a soñar que una estrella se desnudó. Se sorprende con los tejados, desciende a flor de luz, se levanta. Dios cuelga de su garganta los demonios, la humedad de otros muros.
La ciudad se ha dormido. El loco canta.
IMÁGENES DEL BORDA
Tirados en el pasto, sonriéndole al cielo, parece que no les quedara más en el mundo que esto: un pedazo de jardín, los médicos, las enfermeras, los medicamentos. El Borda.
Rev.
Alguien grita en un pasillo
oscuro (Monstruos en off
Síndrome de Korsakoff)
Alguien lleva en cabestrillo
la soledad su cuchillo
Alguien gime una mordaza
de píldoras Alguien pasa
masticando carne cruda
(Ladridos) Alguien desnuda
el miedo con una taza
sobre la frente y devora
su oreja sin girasol
(Voces Tristeza en formol
Electroshock) Alguien llora
Alguien retuerce la hora
del grito bajo la sien
Alguien pide otro rehén
de agujas (Vena vacía
Vértigo Lobotomía)
Alguien miente ¿pero quién?
ZARPA
Sus agujeros
devoran la orfandad de los escombros
Todo es ruina o abismo en nuestros hombros
convictos de anunciar otros esteros
que nadie presagió
Vengan postreros
alquimistas de herrumbre en estampidas
Venga el olvido
Sellen las prohibidas
estatuas entre piedras y altavoces
Al fin y al cabo sólo fuimos dioses
Hundan otra oración por los suicidas
ANTONIO ESCUCHA EL SILENCIO
de una música lejana
Nota a nota sus fantasmas
tras la pared...
“...no hay remedio
para mi oído mi entierro
la infinitud el acorde
Quizás sin este uniforme
manicomial sin postigos
Quizás sin este amasijo
de batas blancas sin nombre
ni armonía
No hay orquesta
para mi fuga mi muerte
Si al menos algún hereje
fa sostenido
Qué puerta
simular tras la sordera
de los muros
No hay remedio
para mi oído mi entierro
Si al menos una batuta
en mi mano una burbuja...”
Antonio escucha el silencio
FUGA PARA UN SOLO ACTO
Tiene dos caras / una más vieja
Norge Batista
(Fa sostenido)
Desnuda
sus fantasmas nota a nota
Corre sueña una remota
vendimia de huesos suda
Un dios sin rostro se escuda
del espanto entre mamparas
Huye
lo sigues
disparas
tu insomnio contra su fría
soledad
La cacería
comienza
(tiene dos caras)
CONFESIONES DEL ADICTO
SEGUNDOS ANTES DEL VUELO
Y lo que no sabes, es lo único que sabes
y lo que posees, es lo que no posees
y donde estás, es donde no estás.
T.S.Elliot
Sólo un salto ya no estoy
Mis piernas son un alud
remoto Qué longitud
tiene el miedo
Ya no soy
sino esta carne que doy
a la penumbra
Elliot canta
Elliot ignora que espanta
mis huesos -vana cordura-
Elliot ignora la cura
del pinchazo en la garganta
Me acosa un escalofrío
en la nuca
Pesadilla
de polvos y jeringuilla
por maldecir mientras lío
la muerte
Qué desvarío
me aleja del sobresalto
en las pupilas
Un alto
puntal clausura este juego
con sólo un salto de ciego
al vacío
Sólo
un
salto
ÚLTIMAS REFLEXIONES DEL SUI-SIDA
Otra vez no hay visitas.
Yo me invento
la parábola gris del condenado
Afuera padre llueve. Le ha prestado
mi nombre a los cerrojos.
Por qué miento
coordenadas al día si presiento
el fin de los cristales.
Otra vez
no hay visitas sobándome los pies.
Ah padre la mordida la manzana
que me pudre esta muerte sin campana.
Para qué el epitafio si después
todos se marchan. Todos.
Yo acribillo
la tarde esta armadura casi dócil.
Ya no tengo memoria sólo un fósil
amargo entre las piernas.
Desovillo
la pálida certeza del gatillo.
Ya no tengo antifaz fuga lasciva.
Sólo una venda seropositiva.
Sólo esta incertidumbre que penetra
su disparo en la sien. Última letra.
Padre deja mi nombre a la deriva.
I.N.R.I.
...tuve alguna vez un nombre...
Alberto Garrido
Y si la calle es apenas
una pedrada
Qué muro
me salvará del perjuro
mercader en otras cenas
Y si no cabe en las venas
todo el silencio
La fe
implora clavos o un pie
providencial
¿Soy un hombre?
Tuve alguna vez un nombre
un número... Ya no sé
la oración del asesino
la poca luz o la mucha
servidumbre
Nadie escucha
¿Hubo una cruz un camino?
Madre dice que alucino
reza castigan mis brotes
psicóticos Tres azotes
de aguja clavan mi voz
Madre se marcha con Dios
Yo aguardo tras los barrotes
AUTORRETRATO DEL LOCO
BAJO
Nadie advierte esta cuchilla
bajo mi rostro
Se trueca
la suerte por una mueca
delirante
No me humilla
la ciudad su pesadilla
Soy un cadáver ileso
una etiqueta en el hueso
que ignora la muchedumbre
Nadie adivina la herrumbre
los cerrojos este rezo
bastardo como un ladrido
insepulto en las paredes
La muchedumbre sus redes
me suicidan
Hay un ruido
de piedras para mi olvido
maloliente
—pobre loco
si intenta morir—
Convoco
arcángeles a una misa
demencial
La turba atiza
sus pedradas y equivoco
mi oración por las aceras
Mendrugos Oscuridad
Quién me salva la ebriedad
de tanto polvo
Tijeras
decapitan mis ojeras
No hay ataúd Yo deliro
desde otra muerte un suspiro
en piltrafas
—pobre perro—
La turba aplaude mi entierro
Nadie sabe que respiro
y al tiempo justo de llegar a tiempo
doblan la esquina, puntuales, Dios y el tranvía.
Octavio Paz
DESENCUENTROS
Apuesta un hombre la suerte
a cara o cruz
y desnudo
retorna su acento Mudo
Sin ángel que lo despierte
Apuesta quizás su muerte
Olvida un sueño Es la clave
un rostro donde no cabe
su memoria su tristeza
Y se va con la certeza
de no saber
pero sabe
ABDICACIÓN DEL HEREJE
Roma.
Una hoguera vacía.
1633.
Hoy me declaro el envés
de lo que he sido. Utopía
fue mi luz y esa baldía
incertidumbre blasfema
Descolgad vuestro anatema,
señores. Ruede el silencio
desnudo mientras me agencio
otro disfraz sin dilema.
(Perdóname tú, Giordano.
No rompo tu voz. Abjuro
sólo del tiempo y su impuro
pedestal. Quizás profano
siluetas. Duele mi mano
sin tu argamasa. Perdona,
Giordano, si me traiciona
el polvo -trágico ardid-
Quién quiere ser adalid
de las cenizas. Perdona.)
Oh, mundo sin eje, cuerdo.
Oh, señores de la Iglesia,
abrid su cruz y mi amnesia
aceptad. Ya no recuerdo
el giro. Me sumo al lerdo
aforismo de una grey
inmóvil. Cruja la ley.
Valga Dios a quien compruebe
(Y sin embargo se mueve)
Galileo Galilei.
DIÁLOGO DEL DESESPERADO CON SU ESPÍRITU
(Décima hallada en papiro egipcio del mismo nombre.
Al lector:
Tal vez asombre entre líneas un suspiro
de la pátina o el giro postmoderno con que irriga
su angustia. Nadie maldiga lo que el silencio segmenta.
(
(Prosiga.)
...................................................................................
Mira, mi nombre es maldito.
Duerme un pájaro suicida
en mi cráneo. Sobrevida
estéril la del proscrito
sin eco. Ya no es delito
desangrar la poca suerte
del hermano. Se pervierte
osamenta, mirra, loto
y yo abandono mi coto.
Hoy está ante mí la muerte.
...................................................................................
INTROSPECCIÓN
A J. L. Borges
Último intento. La puerta
profanada retrocede.
Penetro en mi edad y cede
el laberinto su incierta
pantomima. Quién despierta
tanto redil al conjuro
del pie patético muro.
Calla Borges somos luces
y sombras pero de bruces.
Está todo tan oscuro.
S.O.S
Antoine
Antoine
en qué adulto
desierto el amor se astilla
Cómo atar mi pesadilla
a tu oveja No hay indulto
para la rosa
Me oculto
de la serpiente y su mueca
domesticada diseca
luz y pozo Mi asteroide
se apaga tras un queloide
de baobabs
A golpes trueca
el borracho su farol
por cuatro espinas y un mapa
Un ave silvestre atrapa
la última puesta de sol
No hay geografía ni alcohol
para olvidar tanto rito
de roldada
Callo
Grito
estrellas que no me dan
de beber
Regresa Antoine
no tardes
Tu principito
LAMENTACIONES AL FONDO DE
Yo no puedo ser un hombre
del siglo XX.
José Luis Serrano
Oscuridad.
Eco.
Gruta
con leve candil que empaña
sus rincones. Una extraña
silueta rompe la hirsuta
paz de la sombra. Su enjuta
palidez miente un aljibe
en cada piedra. Declive
de la mano al espejismo.
Y echa a llorar el abismo
donde la silueta escribe:
“Nada aguarda en el umbral
desnudo de esta caverna.
Sólo yo y la sempiterna
oscuridad. Mi frontal
redibuja un ancestral
viso de tálamo.
Pende
sobre la nuca y sorprende
la memoria en su amasijo.
Ya no recuerdo quién dijo
que mi armadura desciende
del Hombre (bestia inconclusa
y autoextinta testaferro
de mis pedazos)
Yo entierro
su ademán y esta confusa
genealogía que acusa
mi soledad. Ablación
fui en el lóbrego eslabón
de lo divino y lo humano.
Torpe luz juego profano
de
Todo se apaga. Qué importa
si el cielo tuvo un añil
incólume. Mi candil
crepita escombros y acorta
la faz del tiempo. Su aorta
teje una arruga humanoide
en mi entrecejo antropoide
bastardo de risa y dios.
Tierra. Siglo XXXII.
Yo soy el último androide”.
RAZONES DEL DEMENTE
Dónde buscarnos, Descartes,
si una parábola escuda
nuestros huesos. ¿En la duda
o el tálamo? Alucinar
fue otra pirueta, Descartes,
del péndulo que interroga
cruz, espanto, sinagoga.
(Dios la cordura nos guarde)
Alucinar fue un cobarde
antídoto de la soga.
Oigo una voz que se atasca
en mi sien. Cruje el postigo
abierto para un castigo
parietal. La voz se enfrasca
en resumir la hojarasca
de mi confusa sentencia.
Vacila, Descartes. La ciencia
miente un icono a tus pies.
¿Cogito ergo sum? Tal vez.
(Dios nos guarde la demencia)
ORACIÓN POST-APOCALÍPTICA
Señor contempla tu envés
oscilar en un absurdo
castillo de naipes
Urdo
sobre la piedra un después
sin lámpara
Cuánta mies
rota Señor Ya no basta
tu eternidad Se desgasta
la escudilla donde imbrico
pan y violencia Mastico
un mendrugo iconoclasta
(hambre doble en la trastienda
pagana de otra jauría)
Se agota la profecía
del aire bajo tu ofrenda
Señor enjuga esta venda
letárgica sobre el viento
Funde en salmódico acento
nuestras miserias
(el bien
y el mal en un solo Amén)*
*Novísimo Testamento
SOLILOQUIO A TRES VOCES
PARA OTRO NACIMIENTO
—Padre,
me llevan,
me llevan
otra vez. Rompen el arca
de nuestro pacto. Alguien marca
tu nombre en la cruz. Elevan
turbias plegarias y abrevan
corderos para un atroz
banquete.
Padre, mi voz
ya no es mi voz, sino un eco
apócrifo. Y tú tan hueco.
¿Acaso ya no eres Dios,
sólo un pálido acertijo
de sílabas que se esconde
bajo mi muerte? Responde:
¿lema sabactani?
—HIJO,
¿Y EL SUCIO MERCADER? ¿Y ESE AMASIJO
DE CIUDAD MUTILADA QUE AÚN IMPLORA
ESTABLO Y CORAZÓN? ¿Y EL QUE DEVORA
A GOLPES
TU CÁNTARO DE ESPINAS EN
COSTUMBRE
—Yo no pedí este doblez.
Yo sólo quise un bautismo
profano, sin espejismo
diluyendo pan y pez.
Yo no pedí este doblez
eterno de sangre y loto.
—FUNDÍ VÉRTIGO Y TIERRA. NO UN REMOTO
PRESAGIO DE CAMPANAS. OTRO JUEVES
VA A CLAVARSE EN EL PECHO MIENTRAS LLUEVES
TENTACIONES AL PIE DE UN TEMPLO ROTO.
—Tal vez el templo se quiebre
y algún fariseo ladre.
Mas yo no escucho.
Ven, padre,
llévate el clavo, la fiebre
y acuna en otro pesebre
mi eternidad.
—AH, JESÚS,
DESNUDO TU ORACIÓN. TODA
DESCIENDA
(Calla Jesús. Una sombra
se eleva sobre la cruz.
Dios acaricia la trenza
de la muerte
((muda trampa
de no ser carne ni estampa))
No hay espejos. Jesús piensa
un ángel tibio que tensa
la claridad. Brotan mieses
de antiguos panes y peces.
Se eleva sobre la sombra
una cruz que nadie nombra.
Alguien ha muerto dos veces.)
EPÍLOGO
Un ángel triste
sobrevuela el escenario.
Gira. Simula un bestiario
de sueños.
Un ángel triste
calla y el público viste
su penumbra en un postrero
aplauso.
Cuánto aguacero
de flor o disfraz se apaga.
Ya
cae
el
telón.
La Maga
vuelve desnuda al sombrero.
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