del
solitario
PREMIO
IBEROAMERICANO
CUCALAMBÉ
2014
Publicado
por la Editorial
Sanlope
(Las Tunas, 2015)
Autor:
A la izquierda, Miguel
Mariano recibe su premio. Foto: Yaciel Peña, tomada de Juventud Rebelde.
Miguel
Mariano Piñero Martínez (Guáimaro,1958)
residente en la comunidad de San José, municipio de Colombia,
Las Tunas, donde fundó en marzo
del 2013 el Grupo
de Escritores Rurales, agrupación que preside desde
entonces. En mayo de ese año ingresó a la Filial
provincial del Grupo Ala Décima en Las Tunas. Tiene publicado además el
libro Divagaciones entre las nubes y el
lodo (Editorial
Sanlope, 2009) y aparece en diversas antologías. Ha obtenido
premios en concursos nacionales y provinciales, entre ellos el tercer
lugar en el X
concurso nacional Ala Décima (2010) con su cuaderno Cartas
desde el infierno. En el 2011, su obra Discursos
del solitario mereció el más alto lauro en el Concurso
nacional de glosas Canto alrededor del punto. En el 2012, recibió mención
en el concurso iberoamericano Cucalambé. Acercamientos
a su obra poética pueden verse en la
antología on line Arte
poética. Rostros y versos y
en el blog Odiseo
en el Erebo (acceso con los anteriores links), ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga. En febrero del 2013 alcanzó el Premio
Ala Décima con su cuaderno Epístolas
del escriba. A fines de ese mismo año, mereció en el II
concurso nacional Toda luz y toda mía el Premio UNEAC, segundo lugar del
certamen. De su libro (In)mutaciones
del solitario, hemos publicado
el poema Fe
de erratas en los discursos del solitario. Su poema Moribundos, con este link, puede verse
en la entrada titulada Miguel Mariano visto por Carlos Esquivel.
JURADO
EQUIPO
DE REALIZACIÓN
Edición:
Argel Fernández Granado
Diseño
y composición: Samuel Perdomo Fuentez
Corrección:
Luz de la Caridad Maestre Vega
Impresión:
Andrés Sao Téllez
Encuadernación:
Roberto Pupo Acosta
Jorge Luis Polanco Martínez
PRÓLOGO
TRIBULACIONES DE UN SOLITARIO
(O: TODOS SOMOS CULPABLES)
He vuelto sobre
este libro una y otra vez. En él me sumerjo con la destreza de un buzo, como
quien explora el centro de la tierra, el corazón ennegrecido de un volcán, o
las esencias egipcias con que dioses y faraones se embadurnaban para encontrar
el equilibrio.
Así me atrapó
este “solitario”: tentado estuve; poseído, y luego transportado a ese universo
donde sobrevivir es necesario, sin importar el precio de la sobrevida.
Viajo entre
nubes de humo
sobre fuego
casi extinto
busco un paisaje distinto
para negar
cuanto soy
Me descubro
solo estoy
sin rumbo en
un laberinto.
En (In)mutaciones
del solitario, de Miguel Mariano Piñero Martínez, el trasfondo es la propia
carne, la similitud y la disparidad con otras carnes y la resolución de
(re)encontrarse a toda costa: permanecer ahogándose o resucitando; perseguido o
persiguiendo, pero nunca vencido.
Busco a ciegas un país
de lumbre
para soñar
y fuerzas
para saltar
el abismo
hacia París.
Es este un libro
de notable franqueza y lealtad; del desgarramiento a camisa quitada y las
quemaduras a flor de piel, las cicatrices hondas y el amparo del verbo como
adarga.
Comí manzanas
no
niego
mis culpas
frente a la hoguera.
No hay un
compromiso marcado con la Lingüística, la Semiótica o la Morfología; de más
está la teoría apuntaladora: a Mariano no le importa la crítica (entiéndase los
críticos). Él va más allá; está por encima del pensamiento y los ejercicios de la
memoria o el decir (re)buscando las palabras. El poeta se libera como un potro sorprendido
de que el mundo no acaba detrás de la cerca y salta desbocado para comer de él
a puro riesgo.
¿No es acaso el
Infinito
la meta limpia, segura?
¿Huye el poeta,
sufre metamorfosis, se condena y se auto ejecuta? Yo nunca salgo de mí…
nos deja claro. Él va a las raíces del instinto humano; y ahí pone la palabra
burlando la lengua y sus artilugios. Hay claridad y símbolos, escudos y lanzas,
metáforas e intertextos; pero, acaso él lo desconoce porque su presupuesto está
dentro de sí, con el feroz rugido del dolor personal, desbordado en un dolor
más alto.
Yo no tuve perro
amigo
para lamer mis
mitades,
ni otra lengua,
ni oquedades
más profundas que
mi ombligo.
Para Mariano, la
palabra se convierte en píldora contra la fiebre de decir y escrutar; y la
fiebre es su soledad crecida bajo un cristal de aumento donde cada escama o
sajadura sale a la luz.
Regia suerte de
estar vivo
como pez en el
anzuelo.
No es este un
discurso atropellado; hay cordura y lucidez; esperanzas en las entrelíneas, y
una (in)vocación perenne, ora oficio de mutante, ora espina congelada al borde
del abismo.
Todas las cruces
que arrastro
hoy marcan mi
derrotero…
Máscaras, las
hay; sentencias, otro tanto; y también ira e ironía; amparo y abandono,
explosión y sosiego, condena y perdón; valentía y pánico; riquezas y miserias;
tristezas y alegrías; el bien y el mal, la culpa y el perdón. Nunca hemos
estado más cerca del Todo y la Nada; el ir y el venir; el subir y el bajar; el
decir y el callar. Al bardo lo persigue la soledad de la isla (entiéndase
insularidad) y hay una intención desde su pesimismo fragmentado y sonoro, de
poner a la soledad como trinchera y no como bandera. ¿Ser o no ser? más que una
interrogante se manifiesta como atalaya filosófica. Miguel es cada uno de sus
personajes y ninguno de ellos al mismo tiempo, pues hay otro poeta transgresor
y omnisciente que todo lo ve, todo lo sabe, todo lo espera; aunque no lo diga
TODO para dejarle a su interlocutor una puerta de escape.
Hay contradicciones
existenciales transmitidas coloquial y contestatariamente y van del pasado al
futuro, desde el presente, yuxtapuestas y en espiral (sin sentido
(pre)meditado) donde confluyen arterias visibles, como canto de cigarra
hundiéndose en los huesos, donde el poeta insiste en un machacar ¿agónico y
conspicuo?, imprimiéndole al verso, su verso, un ritmo entre lo espacial y lo
temporal, a través de formas diversas que van desde el más espinélico
octosílabo hasta el endecasílabo, y se extiende al tono narrativo y epistolar
para una confrontación con héroes históricos y literarios que parte desde las
propias circunstancias homéricas, quijotescas o de los tan evocados Borges y
Vallejo; trayéndolos sustancialmente al contexto donde el hombre se desangra.
…y busco en el camino,
nunca cejo
en mi fe…
… ¿Nuestra fe
resistirá?...
...¿Por quién
resistir?
Si el
mal y el bien andan juntos…
Cuando el lector
entre a estas páginas, estará asistiendo, sin la menor duda, a la bondad del
agua fresca en el nacimiento de un río y, a la vez, al más pavoroso baño de
fuego en una hoguera, capaz de convertir en milagro salvador la palabra.
Alberto Peraza
Marzo de 2015
(IN)MUTACIONES
DEL
SOLITARIO
A Mercy,
a mis hermanos Argel y Samuel,
a Melissa y José Miguel: mis retoños,
a toda mi familia.
Nunca como hoy
las almas humanas recorrieron
con tanta soledad
sus caminos abandonados.
Georg Lukács
CONJETURAS
— Entonces dime,
poeta comanche,
¿cuál otro perdón
nos queda?
— Cantar a
dentelladas la mordida.
Pedro Péglez
CONJETURAS
Toda palabra dice algo más de lo que
debiera
y, también, menos de lo que debiera
expresar.
José Ortega y Gasset
Estoy
solo, no hay lenguaje
libre
sobre los caminos
del
ser, vagos pergaminos
no
dejan ver el oleaje
de
las sombras, llevo un paje
tatuado
en el intertexto,
otra
voz, un metatexto
estéril
que todos creen
sin
recelos, nunca leen
entre
las líneas del texto.
Estoy
solo, no hay perfil
estático
en la palabra,
intertexto,
¿quién nos labra
monedas
sobre el marfil?
¿Quién
nos confina a un cubil
de
ingenuidad? Tanto miedo
nos
hace nimios, ¿cuál credo
deja
la palabra trunca?
Mejor
mañana que nunca.
¿Cuándo
saldremos al ruedo?
Estoy
solo, frente a Dios,
sin
un nombre, soy el verbo
desnudo
de luz, un ciervo
que
me suplanta la voz,
grita
por mí, cuánta herrumbre
calla
su olor por costumbre
e
incendia, otra vez, la espera.
Estoy
solo, en mi escalera,
sin
rostro, en la muchedumbre.
CONCLUSIONES PARA OTRO
SAINETE INCONCLUSO
Con Jorge Adrián Betancourt
El mundo se ha
reído siempre de sus propias
tragedias como
único medio de soportarlas.
Oscar Wilde
San Vilio tiene profundos
lunares en sus arterias,
disimuladas miserias
latiendo entre los segundos
del reloj. Tiene otros mundos
satanizados adentro
de su mundo, el epicentro
de un terremoto dormido.
San Vilio es un perro herido
de nostalgia y desencuentro.
San Vilio tiene tribunos
con verdades inconclusas
que guardan en sus excusas
involuntarios ayunos
y sus conciertos perrunos
auguran cambios de dueños.
Tiene zánganos con sueños
de reinar en la colmena
y son sólo almas en pena,
carbones que fueron leños.
El exilio es sólo
un plagio vulgar…
Alexander Besú
Mi pueblo tiene turistas
que comparten sobre el limo
de la pasión con “un primo”
sus lascivias masoquistas.
Dos mitades, dos aristas
de un cuerpo ¿Cómo ganar
el sortilegio? ¿Escapar?
Si los peces de San Vilio
han probado que el exilio
es sólo un
plagio vulgar.
…yo soy la puta…
Nuvia Estévez
Aquí hay un tren que no llega
hasta Omaja ni Macondo,
un bar de nombre redondo
donde la cordura es ciega.
Hay un loco que navega
en su psiquis diminuta,
una dama que permuta
por otros sus senos leves
y así como Nuvia Estévez
afirma: yo soy la puta.
San José (especie
de Macondo a la inversa)
Argel Fernández
Granado
Mi pueblo tiene profetas
que predicen el pasado
de los necios y han ganado
aureola de marionetas.
Mi pueblo guarda en sus grietas
la aspiración de ser pez
sin polvo gris. No hay tal vez,
no hay nubes, ni nuevo día.
San Vilio es la profecía.
Nuestro Macondo al revés.
Una gaviota se
caga
sobre la vejez
del muro
Alexander Besú
Hay un pastor que se embriaga
con la piel de sus ovejas,
un muro con moralejas
antiguas y letra vaga.
No hay gaviotas. ¿Quién se caga
sobre el ocaso, Besú?
Hay un vil que cambia su
identidad por arroz.
Con nosotros vive Dios,
Caín, Luzbel y Esaú.
Para el viaje
infinito a las estrellas
Adalberto
Hechavarría
San Vilio tiene de todo
lo que brota entre la nada,
destellos de una alborada
sobre sus nubes de lodo,
sonrisas buscando un modo
de alegrar pesadas huellas,
santos contra las querellas
del tiempo y un equipaje
sin fulgores para el viaje
infinito a las
estrellas.
MEMORÁNDUM DE LA EXCUSA
¿O le regalo mi ser
de polvo sobre la tierra?
Luis Mariano Estrada
I
Qué heredad recibe el hijo
de algún poeta de suerte
esquiva
cuando la muerte
lo convierta en amasijo
de huesos
un acertijo
donde probar su destreza,
cautela
pavor
tristeza
luz de raídos espejos
un trillo de pasos viejos
su desilusión confesa.
Yo le dejaré la odiada
pobreza
un rayo ultrasónico
de mi correo electrónico,
elescribapuntonada,
la cumbre no conquistada,
una espinela inconclusa,
un memorándum de excusa,
por las veces que busqué
la bala
y nunca acerté
desde mi ruleta rusa.
Los panes detrás de un muro,
la escalada
el desafío,
mi piel a prueba del frío,
quimeras en claroscuro,
encrucijada al futuro,
un adiós
cuánto ha llovido,
una senda a lo prohibido,
la sombra sobre mi techo
y un epitafio, en el lecho
con una palabra…
olvido.
SOBRE LA PIEDRA DEL DESTINO
A menudo
encontramos nuestro destino
por los caminos
que tomamos para evitarlo.
La Fontaine
Cuánto le cuesta a mi vida
el mito de ser alción
si yace junto al turbión
sobre ola indefinida
donde parar la embestida
del Cíclope
Se baraja
otra muerte
La navaja
desangra tiempo y moneda
Salve Dios cuánto se pueda
al envés de mi mortaja
Me voy te dejo mi sino
sobre polvo maloliente
espurio andar
aliciente
trayectoria al desatino
sempiterno peregrino
al envés de Cuasimodo
sin espejo sin un modo
para discernir el mal
busco mi juicio final
entre las nubes y el lodo
De egocéntrico presumo
y escondo la marioneta
Furia
desamor
vendetta
en mis latidos asumo
Viajo entre nubes de humo
sobre fuego casi extinto
busco un paisaje distinto
para negar cuanto soy
Me descubro
solo estoy
sin rumbo en el laberinto
Cuánto duele recorrer
esos túneles desiertos
dónde mutar
En qué puertos
me despojo del ayer
Cuánto cuesta no volver
a compartir nuestro pan
orgías donde Satán
a mis plegarias me aísla
—entre el confín y la isla
naves que no volverán—
Abro la marcha
Teseo
juego mi carta al destino
Dédalo traza un camino
incompatible al deseo
de volver
sigo
soy reo
de la sombras
entre los
Minotauros
Ya la voz
insolvente se quebranta
duele el eco en mi garganta
de tanto pedir a Dios.
CONFESIONES A LA OREJA DE VAN GOGH
Busco a ciegas un país
de lumbre para soñar
y fuerzas para saltar
el abismo hacia París.
Mi estancia es un hueco gris
donde discurre Vallejo,
demente, busco un reflejo
de luces en la demencia,
solo hay culpas
y una
herencia:
los jirones del espejo.
Yo no tuve perro amigo
para lamer mis mitades,
ni otra lengua, ni oquedades
más profundas que mi ombligo,
no hay en mi isla postigo
obscuro donde la queja
escape,
nostalgia añeja
del pincel.
Lienzo talado
me escurre óleo al costado
y sangre desde la oreja.
Nunca tuve sombra intacta
donde guardar mi endeblez,
ni el espectro de algún pez
sobre la cruz inexacta.
Cuánto duele ser quien pacta
un oficio sin soporte
metálico.
El pasaporte
llueve mi edad sobre amnesia.
Me sangra el sur y Venecia
baña mis sueños al norte.
ALEGATO POR CAÍN
Dios aprieta,
pero no afloja.
Edel Fernández Granado
¿Desde qué punto de vista
es la ofrenda de Caín
censurable? ¿Con qué fin
Jehová antepone su arista
de crueldad? Es muy simplista
su veredicto, al Señor
no le agrada el labrador
sin aparente motivo,
en cambio, recibe altivo
las ofrendas del pastor.
¿Quién nos impone el tropel
de egofobia sicalíptica?
¿Esta suerte apocalíptica
es ingenio de Luzbel?
¿Quién será culpable, Abel,
Caín o yo? Paradoja
de esta vida que me arroja
a tierra de Nod. ¿Será
tan insensible Jehová,
que aprieta, pero no afloja?
FOTOMANÍA
Que no sea de
otro quien puede
ser de sí mismo.
Paracelso
Posa para el regidor
quien no tiene esencia propia
y erige sobre una copia
su imagen de perdedor.
Busca a ciegas un fiador
para empeñar sus raíces,
quien esconde cicatrices
y ampollas de viejos males
o perfila en sus señales
las oscuras directrices
del regidor. Quien predica
cerca de Dios y en la noche
se desdibuja en fantoche,
cruza los dedos, abdica.
Quien su alegato mastica
en poses de triunfador
y disfraza su dolor
durmiendo sobre la inopia,
delirios de cornucopia,
posa para el regidor.
REDENCIÓN
Si la muerte fuera un bien,
los dioses no
serían inmortales.
Safo
Antes del juicio
final
José L. Serrano
¿No es acaso el Infinito
la meta limpia, segura?
¿Tendrá razón quien augura
que el hombre es un dios maldito?
Yo no lo sé
me permito
dudar hasta del profeta
—hereje palabra inquieta—
desdice con sumo afán
que son Yahvé y Satán
carne de la misma treta.
Yo
que distingo muy poco
de los enigmas del cielo,
guardo infinito recelo
de Dios
y nunca lo invoco.
Sólo creo lo que toco,
lo nítido
lo palpable,
lo que permanece estable
aunque Judas no deserte,
y no pienso que la muerte
sea un castigo al culpable.
Todas las cruces que arrastro
hoy marcan mi derrotero,
de una luz en el sendero
siempre anduve tras el rastro.
Busco un norte, viejo astro
me malalumbra la piel,
sin trance auguro un tropel
de ofidios sobre tus dudas.
¿Quieres fusilar a Judas,
o al hombre que vive en él?
Si todo es una locura,
si viene un tiempo sin nombre,
¿por qué se niegan al hombre
las verdades que procura?
Si existe Dios en la altura,
¿por qué guarda su señal?
Si el hombre es un animal
que se extingue sin adiós,
¿hay que renunciar a Dios
antes del juicio final?
Yo todo el tiempo soy yo,
yo nunca salgo de mi
y jamás digo que si
si estoy pensando que no.
El juicio ya comenzó,
no abjuro de mi alter ego.
Comí manzanas
no niego
mis culpas frente a la hoguera,
muero impío
Sé quién
era,
no me purifica el fuego.
MORIBUNDOS
Huye irreparable
el tiempo.
Virgilio
Nunca encontramos el modo
de multiplicar el pan
y los peces ¿Arderán
zarzas en algún recodo
del camino? ¿Bajo el lodo
hay profetas? ¿Nuestra fe
resistirá? ¿Alcanzaré
ante el suplicio la gloria
del Señor? ¿Así es la historia?
¿Viene a salvarnos Noé?
Todo nacer es suplicio,
una tradición urdida
o quizás una estampida
del átomo, maleficio,
apariencia, enigma, vicio
impuesto ¿Cómo elegir
actos de fe, si existir
entre salmos y materia,
es una atracción de feria
sin sueños ni porvenir?
¿Morir? Morir es el acto
donde se forja la cumbre.
Morir, morir por costumbre
es nuestro negocio. El pacto:
vivir en un entreacto,
donde se aguardan conciertos
bucólicos, desaciertos,
luces, naipes y entresijos.
Fin de la historia, acertijos.
Silencio… ¿Ya estamos muertos?
SUBTERFUGIOS
Si Dios no
existiese, el hombre, a través
de los siglos, lo
habría ya creado
a fuerza de
pensar en él.
Amado Nervo
Hay quien hace tal derroche
con poca fe, si condena,
toda culpa como ajena
al amparo de la noche.
Si niega, cada fantoche
desdice en su testimonio
los juicios del patrimonio
de Job. Quieren estar bien
con Dios y buscan también
un pacto con el demonio.
Todo el que teme al castigo
de Dios, mira a Satanás
como un vengador capaz,
trigo de su propio trigo,
lo declaran enemigo
en sus rezos, como excusa
ante la cruz. Qué difusa
es la doctrina. Escoger
entre Dios y Lucifer
es una ruleta rusa.
¿Cómo me salva reunir
hasta la última prueba?
Si en los pecados de Eva
crece el polvo de venir
al mundo, ¿cómo decir
al hombre de dónde viene,
si a los clérigos conviene
poner salmos en mi voz
y la ciencia busca a Dios
en un trazo de A D N?
Admito ser el que sube
escalando por su propia
luz. No busco ser la copia
de Dios o de algún querube.
No me interesa la nube
como premio. No presumo
de semidiós, a lo sumo,
proclamo mi desgobierno,
y no me asusta el infierno.
Dios lo dispone, yo asumo.
INCERTIDUMBRE
Dentro de mí hay
otro hombre
que está contra
mí.
Browne
Vivimos en un dogmático
y enajenante proceso
de refracción, en exceso
asumimos al pragmático
William James. Nuestro maniático
antojo de alzar la voz
y compartir entre dos
la fruta del mal nos hace
confesos. ¿Por qué nos place
ser profanos ante Dios?
Todo es parte de un complot,
donde El Diablo y Dios no dejan
actuar al hombre, manejan
los hilos de ese robot
que somos. En el argot
de los poetas, el cielo
prometido es un señuelo
místico, que nos encanta.
¿Por qué jamás la garganta
descubre a tiempo el anzuelo?
DISCURSOS DEL SOLITARIO
En la soledad, el solitario se roe el corazón;
en el mundo, se lo roe la multitud, ¡escoge!
Friedrich
Nietzsche
FE DE ERRATAS EN LOS
DISCURSOS DEL SOLITARIO
Donde
dice «son mis
huesos
un
raudo viaje a la cumbre»,
debe
decir «podredumbre
deja
el cauce de mis rezos».
Donde
dice «no hay
regresos»,
debe
decir utopía».
Donde
dice «nuevo
día»,
debe
decir «nubarrones».
Donde
dice «desgarrones»,
debe
decir «poesía».
Donde
dice «cierto,
cierto»,
debe
decir «desmentido».
Donde
dice «no hay
latido»,
debe
decir «fruto incierto».
Donde
dice «¡vivo o
muerto!»,
debe
decir «otra
luz
deja
su aliento en la cruz».
Donde
dice «Dios no
sabe»,
debe
decir «hombre
y llave
(solos)
ante un mar de pus».
PRIMER DISCURSO
Nada prefiero al destino
de perderme y haber vuelto,
si nunca estuvo resuelto
cada nombre del camino.
Carlos Esquivel
Ya no hay telón, primer acto:
una máscara del fraude;
y ese público que aplaude
viste otra cara del pacto.
Sigue la escena, ipso facto,
juego un papel anodino,
nada importa, Dios no vino,
¿su omnipresencia es la excusa?
Ante la obra inconclusa
nada prefiero al destino.
Dios me antepone la pena
de nacer sin previo aviso,
nunca concede el permiso
para asistir a su Cena.
Soy el actor en escena
que encarna un Judas absuelto.
Entre sofismas envuelto,
Dios sigue el juicio inmutable
y me declara culpable
de perderme y haber vuelto.
Para qué nos sirve el puente
abierto sobre el costado,
si cicatrizó en un dado
con seis caras de serpiente.
El hombre busca impaciente
huellas del ciclo disuelto.
Es sólo un átomo suelto
de la conciencia o el ser
que duda, ¿cómo escoger,
si nunca estuvo resuelto?
El hombre juega a ser Dios,
apresura su salmodia
y al concluir la parodia
desdice un sello en su voz.
El hombre empaca en su adiós
una sátira al destino.
Inicia su vespertino
y entre promesas en falso,
descubre que es un cadalso
cada nombre del camino.
SEGUNDO DISCURSO
Para que regrese un ave
que nunca partió al futuro.
El presente es sólo un muro
y un hombre con una llave.
Carlos Esquivel
A veces escucho voces
que me llaman del infierno,
¿será tanto desgobierno
un desafío a los dioses?
¿Será que el hombre con poses
absurdas hundió su nave ?
Hoy nadie entiende que grabe
con gritos de algún cincel
ensenadas en mi piel
para que regrese un ave.
La vida es un simple trato
donde, a veces, soy quien muere
y en la bala que me hiere
no reconozco al que mato.
La vida es sólo un contrato
temporal, soplo inseguro.
Ante mi muerte conjuro
el acertijo sin nombre,
para perpetuar un hombre
que nunca partió al futuro.
Sólo un muro ante el espejo,
azogue sin una puerta,
toda escalada es incierta
mas allá del entrecejo.
El hombre traza un bosquejo
de su rostro en claroscuro,
pero ese trazo inmaduro
desdibuja su estampida
y después de la caída
el presente es sólo un muro.
A veces admiro el fuego
luminoso de la cumbre,
para seguir la costumbre
mezquina de mi alter ego.
Dios dicta reglas al juego
imponiendo alguna clave,
pero quizás Dios no sabe
que bajo su azul remoto,
hay un mar, un puente roto
y un hombre con una llave.
TERCER DISCURSO
Nadie quiere mis
verdades,
ni mi lucha, ni
mis sueños,
no hay candidatos
a dueños
de tantas
adversidades.
Argel Fernández
Granado
Nadie quiere mi osadía,
ni mi lengua, ni mi esfuerzo,
nadie añora ese universo
de cruda filosofía.
Todos con apostasía
retribuyen mis bondades.
Todos quieren ser el Hades
y una cruz en mis despojos.
Todos silencian sus ojos.
Nadie quiere mis
verdades.
Todos pretenden ganar
contra el reloj la partida
y urdir sobre cada herida
sus trazos en singular.
Todos quieren apagar
los soles en mis empeños,
encender oscuros leños
y signos. De cada dos,
uno no quiere mi voz,
ni mi lucha, ni
mis sueños.
Nadie quiere mi acertijo,
oscuro de tanto ayer;
padres todos quieren ser,
nadie quiere ser el hijo.
Todos buscan un prolijo
impulso de gratos sueños,
nadie quiere mis cenceños
destinos, ni esta orfandad.
De paupérrima heredad
no hay candidatos
a dueños.
Todos buscan en mi plexo
el rastro de algún hirsuto
lobo y en cada minuto
aire cóncavo y convexo.
Todos buscan en mí un nexo
de turbias iniquidades.
Ofrezco mis dos mitades
y el mundo pasa de largo,
nadie viene a hacerse cargo
de tantas
adversidades.
CUARTO DISCURSO
es injusto
que por daros a
vos gusto
haya yo de tener
pena.
Sor Juana Inés de
La Cruz
Sor Juana, si son profanos
tus versos, no eres culpable.
No hay perro que nunca ladre,
ni ser que no haya pecado.
Dios puso a buenos y malos
cara a cara en una mesa.
¿Puede esperar una cena
con fe, cirios y salmodia?
¿Puede escribirse la historia
sin los juicios del poeta?
¿Puedes, Sor Juana, negar
tu amor a quien no te quiere?
¿o no decir que aborreces
a quien tanto amor te da?
No calles; que tu verdad
no se pierda en el olvido.
Tú no juntaste al ofidio
y al manzano, si fue Dios,
no creo que por amor
nos expulse del concilio.
Tampoco es culpable Aníbal,
Julio César, ni Nerón,
Guillermo El Conquistador,
Lucrecia Borgia, Godiva,
Cleopatra, ni Catalina
La Grande. En busca de goce
ellos jugaron sus roles,
fueron pasión y veneno
en la ruta del infierno
bendecida por sus dioses.
Tú puedes vivir, Sor Juana,
vívelo todo… ¿Qué piedra
puede herir a Magdalena?
¿Quién es primero en lanzarla?
La vida apenas alcanza
para expiar un pensamiento.
Si Dios nos cobra en el cielo
el lujo de algún traspié,
vivamos, Sor Juana Inés
y perdona mis consejos.
QUINTO DISCURSO
(…) y el hombre
sigue su huella
hasta que
encuentra la suerte,
o lo sorprende la
muerte
con la mirada en
su estrella.
Jesús Orta Ruiz
¿Quién nos dibuja en la piel
el mito de la esperanza?
¿Quién nos confunde y amansa
con las lenguas de Babel?
No existe acíbar sin miel,
humanidad sin querella,
luz divina sin centella,
ni dios que anonade el mal.
Luzbel marca la señal
y el hombre sigue
su huella.
Tarde se guarda en su tiempo
la poca fe que sostiene,
con su mejilla detiene
los golpes del entretiempo.
Alza su voz a destiempo
porque su fuero no advierte
la derrota, se divierte
con su miseria feroz;
y finge adorar a Dios
hasta que
encuentra la suerte.
El hombre viaja confiado
y en su viaje furibundo,
deja en las trampas del mundo
todo el sudor amasado.
Busca en las caras de un dado
su ley: la ley del más fuerte,
pero el juego se convierte
en lujuria y pesadilla,
donde no llega a la orilla,
o lo sorprende la
muerte.
Un sino de tragaluz,
le señala el exorcista
y lanza el equilibrista
su existencia a cara o cruz.
Dios aguarda a contraluz,
toda la sed de Pompeya,
pero Luzbel ya descuella
sus soles en desgobierno
y el hombre baja al averno
con la mirada en
su estrella.
SEXTO DISCURSO
Y yo, el heredero
triste
de tu inefable
sentir,
sigo empeñado en
decir
el canto que no
dijiste.
Jesús Orta Ruíz
Viejo, sigues un camino
sin huidas hacia Roma,
¿es que acaso Dios no toma
en serio tu desatino?
Viejo de andar peregrino
hasta Pompeya, ¿naciste
bajo el Vesubio? Tú fuiste
quién confundió nuestros roles:
Tú eres guardián de otros soles
y yo el heredero
triste.
¿Cómo salvo la quietud
bulliciosa de esta noche
rechinando en cada broche
cancelar del ataúd?
Las clavijas de un laúd
callan su intenso gemir
y Dios veda tu existir,
mientras yo rompo el escudo
de la voz, gordiano nudo,
de tu inefable
sentir.
La noche se va, repaso
los surcos de tu lenguaje,
las ampollas sobre el traje,
tus miedos a cada paso.
Hoy Dios condena al ocaso
tu anónimo devenir.
A la luz del porvenir
solo hay mudez en mi boca
y tu verso (inquieta roca)
sigo empeñado en
decir.
¿Cómo avivo tu silueta
ante tanta muchedumbre?
¿Cómo avizorar la lumbre
sin los ojos del profeta?
¿Por qué no temer la meta
de cielo que me pusiste?
¿De dónde saco el alpiste
para sostener mi voz?
Voy a cantar en tu adiós
el canto que no
dijiste.
ÚLTIMO DISCURSO
¿Adónde fuiste,
ángel mío,
en la última
travesura?
Tal vez quiso tu
ternura
mudarse para el
rocío.
Jesús Orta Ruiz
Pregunto: ¿Por qué tu risa
campanea en derredor?
Pregunto: ¿Por qué tu olor
hace más dulce la brisa?
Pregunto: ¿Por qué una misa
no me salva este vacío?
Pregunto: ¿Por qué este río
de pasos me lleva al punto
de no regreso? Pregunto:
¿Adónde fuiste,
ángel mío?
Vivo una escena del acto
permanente de tu ausencia
y es tu voz la permanencia
de asistir todo entreacto.
Reloj, tiempo, tiempo abstracto
en tu mediana estatura,
tiempo, reloj, tiempo, oscura
añoranza, laberinto.
Tiempo y reloj, todo extinto
en la última
travesura.
Ante la luz, el recodo
abismal; y tu mirada
inmóvil, como espantada:
estela líquida, lodo.
Pregunto: ¿Cuál es el modo
de oponerse a tu aventura?
No hay reproche, ¿qué censura
o regaño te mereces?
Sólo entregarse a los peces,
tal vez quiso tu
ternura.
Hoy te pregunto: ¿Por qué
levitas en el presente?
¿Será mi beso en tu frente
un espejismo de fe?
¿Acaso al tiempo marqué
con el reloj de mi hastío?
Tal vez era incierto el frío
que congelaba el futuro,
o, quizás, fue más seguro
mudarse para el
rocío.
EPÍSTOLAS DEL ESCRIBA
Fatigas, pero no
tantas, que a fuerza de muchos
golpes hasta el
hierro se quebranta
Manuel Machado
ELECCIÓN
Siendo la vida
como es,
uno sueña con
vengarse.
Paul Gauguin
Madre:
Me tocó ser tu
primogénito. No dude nadie si yo nunca pude elegir como Esaú. Fue Dios quien
sembró con su desaire un fruto de hiel y transformó su vergel en la génesis del
fin. Nunca escogí ser Caín, yo quería ser Abel.
CARTA AL MANCO DE MI OTRA GUERRA
Dormía y soñé que
la vida era bella; desperté y
advertí entonces
que ella es deber.
Emmanuel Kant
Hermano Miguel:
Mi carta
gime, una mano vacía se duerme en la profecía de mi guerra ¿Troya? ¿Esparta? No
lo sé, quizás yo parta a otro mundo sin saber quién soy. Ganar o perder, dos
caras de una moneda, un destino. ¿Cuánto queda para por fin comprender la
diferencia entre el ser y lo infinito? ¿Deduzco tal postulado? Yo busco un modo
para entender las pautas ¿Cómo obtener luz de sombras? Una fragua me forjó
preso del agua inerte, sangre de isla sin puerto, donde me aísla mi raíz. El
Aconcagua es un mito. Alguien se pierde, sobre sus pasos regresa, alguien baja
la cabeza, alguien claudica, alguien muerde su escudo. ¿Habrá quien recuerde mi
derrotero si Dios vierte silencio en la voz y mis pupilas? Hermano Miguel, se apaga
mi mano. No hay tiempo, perdona.
Adiós.
CULPAS
César Vallejo ha
muerto, le pegaban todos sin que él
les haga nada; le
daban duro con un palo y duro.
César Vallejo
Vallejo:
Todos piensan que
prefiero fallecer algún jueves en París; yo sé que he de morir en mi país con
más de treinta grados sobre cero, en un domingo gris, sin aguacero, ni brindis
por los buenos (y los malos). Yo sí sé, me lo auguran los recalos de golpes en
mis húmeros, ¿qué hacer si hoy sábado recuerdo que a mi ser, en la muerte
también le aguardan palos, sogas, lluvias y golpes? Yo sí sé. Los sábados sin
suerte del tahúr, desgranan en la mía un viento sur de angustias y miserias en
la fe. Observo a Dios en busca de un porqué. Yo sí sé, nada dice cuando Atila
El Huno nos da postres con esquila que cambian los compases de la suerte.
Negros heraldos con su negra muerte, o Jehová que los párpados deshila al
hombre si blasfema por sus panes calcinados y llora la ruptura de los cristos
del alma. La impostura de golpes en mil ojos de huracanes, son el odio de Dios
y sus titanes (Vallejo) son los fosos del destino…, yo sí sé por qué busco el
remolino sin volver la mirada. Dios me ha dado la respuesta, de golpes ha
empedrado las culpas de volver sobre el camino.
MIGUEL Y YO
Así mi vida es
una fuga y todo lo pierdo
y todo es del
olvido, o del otro.
Jorge Luis Borges
Borges:
Como tú he tenido que
compartir la existencia con otro escriba. Mi esencia también se fuga. He
perdido los relojes, el sonido de la guitarra. Mi piel se pierde en otro papel
sobre la escena. Soy dueño a medias de cada sueño representado en Miguel y sus
migajas. Hermano, cuán difícil es ser luz con su sombra a contraluz. Qué
decepción ser la mano que solo escribe ¿Qué gano mientras pierdo casi todo
cuanto vive en él? No hay modo de saber adónde voy tras su fantasma. ¿Qué soy,
brújula, candil, o lodo bajo su sombra? ¿Confín de las tinieblas? ¿Artero
homicida? ¿Desafuero? ¿Abel…, o acaso Caín? Soy el principio y el fin de una
vida que no vivo, fiador de un ser coercitivo con el don de la palabra,
engañosa mientras labra su pan. ¿Por qué no derribo su imagen de porcelana? Yo
soy el grito, badajo sin cielo ni tierra, bajo las nubes de la campana. Él es
furia que desgrana sobre el mar un mar de olas; yo, muerte en las amapolas de
Van Gogh; él, desafío; yo, cauce muerto del río…, dos orillas, las dos solas,
las dos tristes, las dos…, nada. Él es lascivia precoz, yo soy quien le paga a
Dios el costo de su cruzada. ¿Evitar la dentellada? ¿Cómo? Si no quedan puertas
de Cancel, están desiertas, sin luz, las tipografías y en las etimologías solo
hay palabras abiertas y enigmáticas. La prosa de Stevenson sigue ausente y hay
un tigre que desmiente las sentencias de Spinoza. También en mí la espumosa
taza de café es ritual y en el otro su banal actuación ante el espejo. Borges,
él es mi reflejo, yo soy el punto…,
final.
ALEGATOS DEL SUICIDA
Creímos que
reinaba Júpiter
en el cielo
oyéndolo tronar.
Horacio
Padre nuestro:
Tú me
empujas sin bitácora al infierno, buen pecador desgobierno esta nave donde
estrujas mi existencia, desdibujas el camino. ¿Con qué lanza combato si ya me
alcanza Luzbel? Y todo da igual, entiendo que bien y mal son en la misma
balanza dos puntos que el hombre afianza en su viaje al precipicio, sin tener
en cuenta el juicio final. Vive en su alabanza a Dios y con la esperanza de
detener su caída y alcanzar en otra vida la perfección. Entre rezos y salmos
pudre sus huesos, len
ta
men
te
se
suicida.
EPÍSTOLA DEL ESCRIBA
Dios me perdonará.
Es su oficio.
Heinrich Heine
Amigo Homero:
Yo estoy
harto de la nieve gris, ya no resiste el tamiz de los pulmones. No soy un
erudito, si hoy te escribo es para intentar en mis líneas, desfogar la
angustia, esa pesantez que impone cada revés ingrávido. ¿Cómo hallar el camino
de tus dioses desde esta cruz donde medra Lucifer y todo arredra sobre mi
sombra? Mil voces me conminan por atroces desfiladeros. ¿Qué opción nos queda?
¿De qué ilusión me lleno para seguir a mi Dios? ¿Cómo existir según la fe? Esta
misión es un timo. Regurgita mi interior su magnetismo execrable. ¿Sectarismo
hiperbólico? Me incita una leyenda, Afrodita es un deseo sensual, clandestino,
celestial. Urdo ardientes manifiestos con Ares y por Hefestos no abrigo nada
especial, tal vez lástima. Blasfemo sobre Poseidón. Me gusta El Olimpo, no me
asusta su diversidad. No temo a Aquiles ni a Polifemo. Esa unión entre mortales
y sus dioses celestiales me fascina. Bajó lumbre Prometeo de la cumbre, para
seres terrenales inferiores. No es posible aquí ser un semidiós, solo hombres
frente a un Dios inmaculado, intangible. ¿Es este mundo creíble? ¿Quién creó a
Satán, Yahvé o algún profeta? ¿Quién fue el que erigió los cadalsos? ¿Algún
traidor? ¿Serán falsos los querubines? No sé quiénes signaron un trato con el
creador que incluye la sumisión. ¿Prostituye las normas mi desacato? Esos que
escupen el plato donde comen tienen tiempo para expiar el contratiempo. Yo en
cambio siempre prefiero la hoguera. Perdona, Homero, esta misiva a destiempo.
CARTA AL QUIJOTE
Más vale la pena
en el rostro
Que la mancha en
el corazón.
Miguel de
Cervantes
Don Alonso:
Los entuertos no
son audaces molinos, son erratas en los trinos de improvisados conciertos, naves
que no tienen puertos, náufragos sin mar, cruzadas celestiales, dentelladas en
nombre de Dios, vacíos detrás de las fotos, ríos sin orillas, ensenadas sin
ancla, soles de grumo sin caballeros andantes al sur y un haz de gigantes
domina el norte. Presumo que las mamparas de humo crecerán, si mi asidero es
uno solo, dinero intangible. Lucifer consolida su poder mundano y el
pordiosero, hereje, sin escudero, va en busca de la moneda prometida, nunca
queda señal de su derrotero gris. Si no existe sendero metálico donde el tren
circule, muda el andén hacia otro sitio de espera. ¿Por qué seguir a la vera de
Dios, si con su desdén, se ha declarado enemigo del hombre? ¿Por qué los peces,
el vino, el pan y las nueces se le niegan al amigo? ¿Algún hombre fue testigo
de la Caída? ¿Jesús, es oscuridad o luz? ¿Es Dios o la negación de Dios a la
creación de este mundo? ¿Cara o cruz de la vida? En cada estrella hay un
abismo, el zarpazo de algún traidor, un abrazo de víbora. La epopeya debe
prolongar la huella de Sancho, encender el fuego de Cervantes, darle al ciego
la posesión de la llave. Tal vez sitiar el enclave vire las reglas del juego
diabólico. Hay que impedir la escalada a los traidores. Si santos y pecadores
son uno solo, pedir piedad es como vivir en una eterna odisea. La fe divina es
la tea donde nos consume Dios. Se acaba mi tiempo… Adiós. Saludos a Dulcinea.
AL OTRO QUIJOTE
Guevara:
Si ya no hay soles
donde anclar. Si la insolvencia diluye ser y conciencia entre naipes y bemoles.
Si mueren Los Girasoles de Van Gogh.
Si las escalas sociales pudren las alas al hombre. ¿Cuál es la opción? ¿Ser o
no ser? La cuestión es ejecutar con balas amputaciones divinas, cortar el mal
desde el huevo. ¿Para qué cargar de nuevo “eficaces” medicinas? Si detrás de
las cortinas se revuelve dado a dado todo el juego. Si has llorado tu decisión
trasnochada y al envés de la emboscada un cachorro asesinado respira el hálito
leve de tus pulmones. Si Dios sigue enfermo mientras los humildes muerden la
nieve con sus callos y aún llueve en Macondo, nunca aclara su cielo. Si anida
clara toda lumbre sobre el puente del tren que no trajo a Oriente su carga
gris, Santa Clara te agradece cuando besa sus nubes, con tu estatura
quijotesca. Si es oscura la capilla donde reza El Indio. Si su tristeza es una
plegaria al frío y a la paz. Si desde el río Bravo hasta La Patagonia la madre
tierra es colonia de Satán. Si hay un vacío aciago entre el sur y el cielo y
danza el Hades su ronda. ¿Quién empuñará la honda de Ernesto? ¿Dará al señuelo
hado de mágico velo para salvarlo del pez? Quizás te han nombrado juez de una
galaxia remota o buscas tu lanza rota en La Quebrada. Tal vez
desde algún lugar vigilas a los culpables o cueces con tus manos pan y peces,
sobre Los Andes afilas el eco de tus pupilas. Ensalzas en la quimera un mapa
azul sin bandera, sin ancla. ¡Llegó tu hora!
Te espero donde la aurora silba a tu altar de La Higuera.
DIFERENCIA
To be or not
to be, that is the question (1)
William
Shakespeare
¡Oh! Hamlet:
La diferencia no es entre el
ser y el pensar, sino en cómo manejar los hilos de la obediencia. Cómo anudo la
conciencia si ensordece el grito atroz del hambre y foránea tos me petrifica.
¿Por quién resistir? Si el mal y el bien andan juntos, solo dos opciones y
sobran los riesgos. El hombre es materia putrefacta, una bacteria caníbal, teje
el adiós con sus pasos, mientras Dios desde su trono magnífico define el trato
específico a todos: toga y espada al rico y al pobre nada. La vida es un
JEROGLÍFICO.
(1) Del inglés: Ser o no ser: esa es la cuestión.
EPÍLOGO
Su cuerpo dejará,
no su cuidado;
serán ceniza, mas
tendrá sentido;
polvo serán, mas
polvo enamorado.
Francisco de
Quevedo
RITUAL DEL CONDENADO
Todos saben...
Y no saben que la
luz es tísica.
Y la sombra
gorda...
César Vallejo
Vallejo, quizás sepas que nací
un tísico diciembre donde duermo
los misterios de Dios, también enfermo,
la luz de algún enero que perdí
con gritos aterrados, porque fui,
y soy, sombra fatal a la deriva.
Dios, ya grave, no pudo, desde arriba,
acallarme en el pecho las querellas
y crecí bajo un manto sin estrellas,
como soplo de magia destructiva.
Cuanto miro al instante se derrumba,
como esfinge tocada por un rayo,
solo aliento diciembres. Triste, mayo
retoña mi ceguera de ultratumba.
Busco en vano el camino hasta la tumba,
para eximir los huesos de su tedio.
Ex-hombre sin adarga, sin un medio
lícito de romper la profecía
satánica, ni entrar en la abadía,
Dios doliente se guarda de mi asedio.
No logro descifrar la pura esencia,
raigambre sostenida del creyente,
ni veo con instinto de vidente,
dónde clavó su dardo la demencia.
Hoy busco en el umbral de mi conciencia
la palabra de un dios irreversible
y solo hallo una voz incomprensible,
un hombre indiferente, todo olvido.
Entonces ya comprendo, Dios dolido
no puede ser un Dios tan infalible.
Furtivo, tras mi sombra voy, Vallejo,
a perseguir palabras siempre ciertas,
pero se cierran ante mí las puertas
de contemplar la paz ante el espejo
y busco en el camino, nunca cejo
en mi fe de un crepúsculo neolítico.
Cuando la brisa ceda su mefítico
estertor, hallaré quizás un nombre
donde pueda ocultarme de aquel hombre
que nació cuando Dios estuvo crítico.
Todas mis latitudes son morbosas,
mi jardín es infierno desolado,
donde hay solo semillas de pecado,
y serpientes en vez de mariposas.
Hace mi madre ofrendas milagrosas,
pero nada resuelve. Ella no sabe
que yo debo partir en esa nave
sin rumbo, sin timón y sin disculpa.
Lo asumo, pues comprendo que mi culpa
fue nacer cuando Dios estuvo grave.
QUIJOTE A DESTIEMPO
En la inocencia, donde solitario,
y sin mi lanza reto a los gigantes,
a cíclopes y espíritus errantes,
soy despojo al envés de mi obituario,
un quijote a destiempo, legendario
cazador de penumbras. Casiopea,
Penélope, Afrodita y Atenea
se ocultan en su propio derrotero.
Yo busco a contraluz otro lucero.
Mi olvido ¿será acaso Dulcinea?
MORTAL
Somos dioses los
poetas
Pedro Péglez
A veces creo ser Dios,
pero en mi garganta un hombre
cava una gruta sin nombre
donde el eco de mi voz
se tuerce
Escucho una tos
y mil agujas secretas
me torturan
Los profetas
nada dicen
Queda trunca
mi palabra
Sé que nunca
somos dioses los poetas.
MI ÚLTIMO ADIÓS
Mi barco no tuvo puerto
a donde enrumbar su quilla
Eva vive en la costilla
tomada al costado abierto
¿Eternidad?
Desacierto
a distancia de la luz
En tanto Dios no abra sus
puertas al ansiado Cielo
muero paciente en el suelo
busco en silencio la cruz
Soy la historia que no existe
Mito
Leyenda
Pasado
Soy el augurio olvidado
peregrino si desiste
Soy el miedo
cuanto embiste
diana de mi propia coz
Silencio nulo en la voz
mutante desconocido
soy quien ansía un oído
que escuche mi último adiós
Dónde desechar el lodo
que me desgarra la piel
dónde escapar si al tropel
Dios se suma de algún modo
Dónde salvarme si todo
Orgía
Clamor
Desvelo
es ilusión del señuelo
al que atado sobrevivo
Atroz suerte de estar vivo
como pez en el anzuelo.
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